viernes, 5 de septiembre de 2008

El cartero llama tres veces, ...y mi abuela concluye

La primera diferencia que sale entre el proceso francés de privatización del correo, y el proceso mexicano de privatización del petróleo, es el anuncio claro de la intención gubernamental por privatizar la empresa. El gobierno francés, a través del presidente de La Poste, anunció un plan, con cronología y todo. Fue el primero en hacerlo para que los sindicatos pudieran expresarse al respecto. No hubo mensajes con doble interpretación, ni desdichos, ni sorpresas, ni partidos "comodín". En segundo lugar, el acuerdo entre los sindicatos. Por lo menos cinco sindicatos están llamando a manifestarse el próximo 23 de septiembre y también, los cinco en bloque, están buscando el apoyo necesario en la Asamblea Nacional. En tercer lugar, aunque no hayan dicho nada al respecto, el gobierno francés tampoco ha deslegitimado el referéndum, lo que en términos políticos implica su acuerdo. El procedimiento está previsto en la Constitución y los cinco sindicatos, con la ayuda de otros organismos (como el mismo periódico Libération), están llamando a realizar el referéndum. En fin, el reconocimiento de la utilidad pública de la empresa. El correo francés, a diferencia del mexicano, cumple con variadísimas funciones, otras que sólo entregar cartas y, siempre comparándolos, goza de mucha mejor salud que el nuestro. Miles de asuntos son tratados vía postal, desde pagos (incluso existen opciones de pago enviando por correo los números de la tarjeta de crédito, NIP incluido) hasta paquetes llegan a tiempo y con toda confidencialidad. En algunas comunidades francesas el correo es la empresa más grande del lugar y el lugar que ocupa en el imaginario popular no es para ignorarse. Un punto en común sí tienen estos dos procesos: la desorganización del partido de izquierda más importante del país (el PS en Francia, el PRD en México) para dar una respuesta clara y oportuna. Embebidos en la sucesión al interior del partido (que dejará François Hollande), su ex esposa y ex candidata presidencial Ségolène Royal, el actual alcalde de París Bertrand Delanoë y otras figuras menos relevantes, están en plena rebatinga de lo que el “hiper presidente” Sarkozy (a quien más de uno diagnosticó Déficit de Atención) les dejó el año electoral pasado.

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