domingo, 7 de diciembre de 2008

¡¡¡¡¡¡¡¡Nos mudamos!!!!!!!!!

Como ya estamos hartos que publicamos y el formato no se conserva, entonces nos vamos de aquí. No sabemos aún cómo hacer una lista en nuestra nueva casa, pero ya averiguaremos cómo.

1968: Navidad según las crónicas de Tlatelolco

John Adams, El Niño, Orquesta Sinfónica de Berlín, Kent Nagano, director; Lorraine Hunt Lieberson, Dawn Upshaw, Willard White, Theatre of Voices, London Voices, la Maìtrise de Paris Además de ser el texto sagrado de varias religiones, los Evangelios son la representación literaria de tradiciones milenarias y compartidas por varias culturas. En ellos se encuentran leyendas y relatos que tienen sus bases en otros relatos mucho más antiguos y de origen hoy desconocido. Sin tomar en cuenta las razones, válidas o no, que las distintas iglesias y creencias esgrimen para darle validez a un número cerrado de textos, históricamente hablando, la calificación de "canónicos" de algunos de ellos resulta tan inválida como azarosa respecto a los que no lo son. Dicho de otro modo, los Evangelios apócrifos resultan de igual validez que los canónicos como fuente de estas tradiciones. El punto es que la tradición bíblica no sólo está reflejada en la Biblia, sino en un sinnúmero de textos más, cuya validez religiosa no demerita su calidad literaria. Una manera -hermosa- de poner esto en perspectiva es intentando contar la misma historia con otros textos que, en principio, no tienen nada que ver con la historia relatada. Imaginemos que fueron contados por medio de otros textos, de otros autores, y quizás en otra época. Precisamente esto es lo que sucede con el oratorio navideño de John Adams titulado "El Niño" del cual se pueden escuchar algunos fragmentos aquí. Formando parte de la tradición musical de los oratorios, donde uno de los más grandes exponentes fue sin duda alguna Haendel, el compositor estadounidense John Adams recurre a textos completamente disímbolos para contar la historia del nacimiento de Cristo. Rosario Castellanos, sor Juana Inés de la Cruz, Gabriela Mistral, Rubén Darío, Vicente Huidobro, Hildegard von Bingen, Martín Lutero, así como los evangelios apócrifos conocidos como "El Evangelio de Santiago", "El Evangelio Latino de la Infancia de Cristo", "El Evangelio del pseudo-Mateo" así como algunos autores anónimos ingleses medievales. El resultado es sobrecogedor. Sobre todo cuando, para describir la matanza de los santos inocentes, John Adams le pone música al poema "Memorial de Tlatelolco" de Rosario Castellanos. La inocencia degollada, la juventud aniquilada se identifican en las antípodas del mundo (Tierra Santa y México) y del tiempo (principios de la era cristiana y 1968). En seguida, un texto del libro bíblico de Isaías une definitivamente los dos eventos. El todo se cierra con la esperanzadora llamada de la poesía, en voz de un coro de niños que cantam otra vez, un poema de Rosario Castellanos: "Una palmera". He aquí el texto del poema de Rosario Castellanos:
La oscuridad engendra la violencia y la violencia pide oscuridad para cuajar en crimen. Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche para que nadie viera la mano que empuñaba el arma, sino sólo su efecto de relámpago. Y a esa luz breve y lívida, ¿quién? ¿Quién es el que mata? ¿Quiénes los que agonizan, los que mueren? ¿Los que huyen sin zapatos? ¿Los que van a caer al pozo de una cárcel? ¿Los que se pudren en el hospital? ¿Los que se quedan mudos, para sieñpre, de espanto? ¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie. La plaza amaneció barrida; los periódicos dieron como noticia principal el estado del tiempo. Y en la televisión, en la radio, en el cine no hubo ningún cambio de programa, ningún anuncio intercalado ni un minuto de silencio en el banquete. (Pues prosiguió el banquete.) No busques lo que no hay: huellas, cadáveres, que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa: a la Devoradora de Excrementos. No hurgues en los archivos pues nada consta en actas. Ay, la violencia pide oscuridad porque la oscuridad engendra el sueño y podemos dormir soñando que soñamos. Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria. Duele, luego es verdad. Sangra con sangre. Y si la llamo mía traiciono a todos. Recuerdo, recordamos. Esta es nuestra manera de ayudar que amanezca sobre tantas conciencas mancilladas, sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta, sobre el rostro amparado tras la máscara. Recuerdo, recordemos...
El Niño fue estrenado en París, en el teatro del Chatelet el 15 de diciembre de 2000. Los artistas fueron: Lorraine Hunt Lieberson, mezzosoprano Dawn Upshaw, soprano Willard White, barítono The Theatre of Voices Paul Hillier, director artístico Daniel Bubeck (contratenor) Brian Cummings (contratenor) Steven Rickards (contratenor) The London Voices Terry Edwards, director La Maîtrise de Paris Patrick Marco, director La Deutsches Symphonie-Orchester de Berlín Kent Nagano, director

martes, 2 de diciembre de 2008

Napoleón íntimo

Mémoires de Constant 1Mémoires intimes de Napoléon Ier, par Constant, son valet de chambre, Maurice Dernelle (pres; y notas), Paris, Mercure de France, 1967, 2 vol.

Muy cerca de París, a 70 kilómetros al sur, se encuentra Fontainebleau. En esta pequeña ciudad fue construido el castillo que vería la primera manifestación monumental del Renacimiento francésm bajo el reino de Enrique II en el siglo XVI y 300 años después sería el escenario de los momentos más importantes de la historia del primer imperio francés.

El deseo de escribir sobre Napoleón Bonaparte no me vino gratuitamente. Hace algunos meses, la Mouse & Cheese Co., tuvo la oportunidad de visitar el famoso castillo. Además de mostrar las bellezas artísticas propias del siglo XVI, el recuerdo de Napoleón atrae a la mayoría de los visitantes. No es para menos. Fue en este castillo donde Napoleón abdicaría por la primera vez.

Napoleón contaba con los servicios de dos valet de chambre o ayudas de cámara. Uno de ellos, de nombre Roustam, era apodado "el mameluco" debido a su origen georgiano y armenio, que entró al servicio de Napoleón durante la campaña de Egipto. El segundo, Constant, nació en una ciudad hoy en territorio belga. Ambos dejaron memorias. Hablaremos de las del segundo. Constant tiene un lugar privilegiado para observar a Napoleón. Su educación, sin embargo, no le permite ir muy lejos en sus reflexiones o en sus juicios. El Napoleón que Constant ofrece es uno más íntimo, el de la alcoba, el que se baña, come sin respirar y tiene tics nerviosos. Una anécdota graciosa tiene lugar a propósito del baile de máscaras del 25 de febrero de 1810 en la casa del embajador de Italia, Relata Constant:
La mañana, el emperador me llamó y me dijo: "Constant, decidí bailar esta noche en la casa del embajador de Italia, traiga en el transcurso del día diez disfraces completos al departamento que han preparado para mí". Obedecí y en la noche me dirigí con Su Majestad al domicilio del señor Marescalchi. Lo vestí lo mejor que pude como dominó negro, y me esforcé en volverlo irreconocible. Todo iba muy bien, salvo las numerosas observaciones de parte del emperador sobre lo absurdo de su disfraz, sobre la mala imagen que supone un dominó, etc.
Pero cuando intenté cambiarle los zapatos, se rehusó completamente, apesar de todo lo que pude decirle a este respecto. Por ello, fue reconocido desde el momento en que entró al salón. Se presenta muy decidido a un baile de máscaras con las manos por detrás de la espalda, como acostumbra; quiere empezar una intriga, y a la primera pregunta que hace le responden "Su Majestad"...
Domino del carnaval de VeneciaDecepcionado, se vuelve hacia mí bruscamente: "Tiene usted razón Constant, me reconocieron... Póngame botines y otro disfraz" Lo calcé con los botines, lo disfrazé de nuevo, recomendándole dejar los brazos colgando si no quería ser reconocido de inmediato. Su Majestad me prometió seguir al pie de la letra lo que él llamaba mis instrucciones. Pero apenas había entrado con el disfraz nuevo, fue abordado por una dama la que, viéndolo de nuevo con las manos cruzadas por detrás, le dijo: "Mi Señor, ha sido usted reconocido",,, (Mémoires de Constant, t. 1, p. 469)
Y así hasta que se acabó sus diez disfraces. Las memorias de Constant rebozan en elogios hacia Bonaparte. Si nos atenemos sólo a él, Bonaparte fue el más bondadoso de todos los soberanos franceses. Pero más allá de tanto elogio surge un retrato interesante: la actividad frenética que a diario llevaba a cabo, las decisiones rápidas y las maneras, a veces muy burguesas, con las que se relacionaba con los funcionarios a su alrededor. El problema de esta edición está en el editor mismo: Maurice Dernelle se confunde con Constant, al grado que es difícil saber si el que está hablando es el valet de chambre o el autor francés, La lectura es interrumpida constantemente con notas frívolas, que discuten asuntos tan poco importantes si Napoleón se acostó o no con tal o cual mujer, si el número de invitados era mayor o menor, acusando a Constant de inexactitud en las fechas y un largo etcétera. Sin embargo, no deja de disfrutarse el texto. VerdaMémoires de Constant 2dero anecdotario, que descubre una cara incierta de quien fuera el hombre más poderoso del mundo a principio del siglo XIX. Una visión ideal, romántica, pero como muy pocos, realmente muy pocos pudieron tenerla, en lo íntimo. Monsieur le Drôle, como Napoleón llamaba a Constant, fue testigo privilegiado de la gran caída del emperador, ese que arrastró toda Europa a una serie de guerras crueles y largas. ¿Cómo fueron sus últimos días en el trono, durante su última estancia en Fontainebleu? Constant nos los describe grises, tristes, largos y sumidos en la angustia:
... A lo largo de un día lo veía durante varias horas en la más profunda tristeza; luego, un instante después, caminando a grandes pasos en su habitación silbando o tarareando la Mónaco; después, recaía de golpe en una especie de marasmo, al punto de no prestar atención a nada a su alrededor, y a olvidar las órdenes que me había dado. Existe, además, otro detalle en el que yo no podría alargarme demasiado: es el inconcebible efecto que producía en el emperador la simple vista de las cartas que se le remitían desde París; desde que las percibía, su agitación era extrema, podría decirse que convulsiva, sin miedo a ser calificado de exageración. (Mémoires de Constant, t. 2, p. 476)

lunes, 1 de diciembre de 2008

La pesadilla italiana...

Iniciar una estancia de estudios en Europa es difícil por varios motivos: al lado de las dificultades burocráticas exigidas por los servicios migratorios de cada país, se suman los temores personales, las despedidas familiares, las separaciones sentimentales...

Después llegan otras dificultades aparecen cuando se quiere continuar la estancia. La política francesa es, en este sentido, muy estricta y acudir a renovar el dichoso "Tître de séjour" a la temida "Préfecture de police" es una carga de estrés grande, además del tiempo que se le debe invertir: varios días para preparar el expediente pedido por las autoridades y todo un día completo para tramitarlo.

Pero lo que he visto en Italia supera todas mis expectativas. La administración pública y privada carece del profesionalismo que la francesa sí tiene. Pedir el mínimo documento o hacer la pregunta más elemental es motivo de todas las dificultades. Los empleados no están informados o simplemente no quieren resolver las dudas del público.

 

El barrio donde vivo en Florencia: Nóvoli
Para muestra, un botón: mí caso. La universidad que me recibió en Florencia me envió una constancia de inscripción redactada sin el mínimo profesionalismo. Obviamente, en el consulado italiano en París me rechazaron el documento. Un mes después pude resolver este problema y, con mi visa en mano, me dirigí a Florencia para instalarme. Por supuesto el empleado consular no supo decirme qué tenía que hacer llegando a territorio italiano, si tenía que refrendar mi visa ante la "Questura" o ante el servicio migratorio...

Fue completamente por azar que descubrí que tenía que pedir un formulario en el correo italiano. Lo pedí y me encontré con 5 cuadernillos de preguntas fastidiosas, repetitivas e interminables, con instrucciones poco claras y con poco espacio para responderlas. Cuando quise devolver el documento en la ventanilla postal, me anunciaron que debía pagar 30 euros. De esto, por supuesto, no había ningún anuncio. Después, un documento que no había podido llenar, porque no hay ninguna instrucción al respecto, causó exactamente las mismas dudas en el empleado que en mí.

Todo eso para que me dieran cita en la Questura, para recoger mi "Permesso de sioggorno" (el equivalente al "Titre de séjour" en Francia o la forma FM3 en México) el... ¡¡¡¡¡¡¡23 de junio!!!!!!!

Todo esto sin contar con las malas experiencias que ya he tenido en los bancos, en los trenes, en el pago de mi beca, en los cines, en los autobuses, otra vez en los trenes y hasta en las bibliotecas. En fin, la administración italiana está muy lejos de tener el nivel de su vecina Francia, y como extranjero reducido a los mínimos derechos del ser humano, eso pesa.

Le cauchemar italien

Commencer un séjour d’études en Europe est difficile pour plusieurs raisons :à côté des difficultés bureaucratiques exigées par les services de migration en chaque pays ; on doit ajouter les peurs personnels, les adieux familiers, les séparations sentimentales…

Puis, d’autres difficultés arrivent au moment qu’on veut continuer ce séjour. La politique française est, dans ce sens là, très stricte et aller renouveler le fameux « titre de séjour » à la redoutée Préfecture de police est une charge assez stressante. En plus, on doit ajouter le temps pour préparer le dossier demandé et le jour complet écoulé pour le présenter.

Mais ce que j’ai vu en Italie surpasse de loin mes expectatives. L’administration publique et privée manque du professionnalisme dont la française en jouit. Demander le plus petit document o poser le problème le plus simple est le motif pour toutes les difficultés. Les employés ne sont point informés o juste ne veulent pas résoudre les questions du public.

En exemple, mon cas. L’université qui m’a reçu à Florence m’envoya une attestation rédigée sans aucun souci. Évidemment, on me la rejeta au consulat italien à Paris. J’ai pris un mois pour résoudre le problème et, finalement avec le visa en main, j’ai déménagé à Florence. Il va de soit dire que l’employé consulaire n’a pas su me dire la procédure à suivre de mon arrivée en Italie : devais-je m’adresser à la préfecture de police ou au service migratoire pour demander un titre de séjour définitif ?

Le quartier où j'habite à Florence : Novoli
C’était l’hasard qui m’a conduit à l’instance correcte : la poste italienne. J’ai demandé le formulaire pertinent et j’ai trouvé cinq petits cahiers à des questions ennuyantes, répétitives et sans fin, avec des instructions peu claires et des espaces insuffisants pour les répondre. Au moment de consigner le document au guichet postal, on m’annonce le paiement de 30 euros de frais, dont il avait rien marqué sur le formulaire. Puis, un document que j’avais laissé incomplet, à cause de la manque d’instructions, souleva les mêmes questions dans l’employé qu’en moi.

En fin, après avoir en due forme le document requis, j’ai reçu la réponse de la Questura. On m’a donné rendez-vous pour récupérer mon Permesso de soggiorno (l’équivalent au Titre de séjour français ou au formulaire FM3 mexicain) pour le … 23 juin !!!!!!!!!!

Tout cela sans parler de mes mauvaises expériences déjà eues dans les banques, les trains, le versement de ma bourse, les cinémas, les transports en commun, les trains encore une fois et même dans les bibliothèques. Bref, l’administration italienne est loin du niveau de ce de l’administration française et comme étrangère, réduit aux minimum de droits de l’être humain, cela a un poids énorme.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Firrrrrrrrrrrrrenze

La primera vez que escuché a Adam Green (hace dos días), la impresión que me dio fue la siguiente: "me gusta este estilo texano-california rolling-lost Acapulco con un no sé qué de londinense perdido en alguna autopista histórica estadounidense". Al día siguiente, ayer, fui a su concierto en el Club Viper de Florencia, o cerca, (no sé bien, sólo sé que caminé durante más de 30 minutos para llegar). El caso es que me encontré con un artista y su banda que, por un lado, parecían salidos de la euforia de los años setenta y, por el otro, una especie de simpática tetralidad juguetona con el público. No faltaron las escenas en las que Green arremetía contra la base de un micrófono o se lanzaba a los brazos del público para "nadar" a todo lo largo y ancho de la pista. Vestido con un pantalón de mezclilla a media nalga, una chamarra roja de cuero, sin camisa ni camiseta ni playera abajo, y unos maravillosos zapatos plateados en punta, este despeinado artista dominó su espectáculo a pesar de la evidente y enorme cantidad de alcohol que destilaba (literal). Mientras la música sonara, todo parecía ir bien; en varias ocasiones estuvo a punto de perder el equilibrio, pero la culpa era de las pausas, pues parece que este hombre si no canta, no se tiene en pie. Letras irónicas, a veces oscuras. Irreverente, uno de los mejores momentos fue cuando contó que en un solo día había cruzado el Arno varias veces preguntándose implícitamente (y claramente) como hacían los florentinos para no aburrirse. Firrrrrenze, como él la llama, le aplaudió bastante, quizás no tanto, pero garantizado está que nos divertimos. A destacar sus dos coristas, con voces realmente poderosas y dulces, heredades del soul estadounidense; sus músicos, en especial el guitarrista y, sobre todo, muy sobre todo, su interpretación de la canción "Drugs". Les dejo aquí la versión original, pero hay que verlo en vivo y en versión acústica para entender el grado de desfachatez, buen humor y autenticidad de este tipo:

Por cierto, cuando Adam Green formaba parte del grupo The Moldy Peaches participó en la banda sonora de la película Juno.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Woody Allen al pesto

 

vicky-cristina-barcelona-posterAlgo que me resulta difícil explicar sobre los italianos es una especie de esquizofrenia, supongo cultural, que se hace evidente en el vocabulario cotidiano (e incluso es detectable en la prensa). No domino el italiano, pero me he dado cuenta que los préstamos al inglés son numerosos. Por ejemplo, en los museos hay que pasar a través de "il metal ditector" en lugar de "il detettore di metali" o como se diga correctamente en italiano; un administrador profesional se dedica a "il management empresariale", y los amigos se reúnen para "prendere un drink"; en los restaurantes ya no se pide "il dolce", sino "il dessert"; en los museos y teatros, los descuentos por edad se dan a las personas  "under 18 anni" u "over 65 anni". A menudo recuerdo un soldado que conocí en Roma durante mi primer viaje que prefería el inglés al italiano, despreciando por completo y a alta voz toda la historia de su propia lengua.

Todo esto para hablar de cine, pues ayer fui por primera vez al cine y en lugar de encontrarme con un servicio "alla americana", me encontré con varias sorpresitas a la italiana: en primer lugar, el cine contaba con una sala enorme, con una pantalla grande y en el que el programa solo cuenta con una película. Se trataba de la última película de Woody Allen, Vicky Cristina Barcelona, No hay otra opción que verla en italiano. No existen las versiones subtituladas, Lo que es peor (por lo menos para mí): cuando había diálogos en español dejaban el audio original, así que Javier Bardem, Penélope Cruz y compañía tenían dos voces, una en italiano y otra en español.

Pero lo más sorpresivo vino hacia la mitad de la película. Sí, hipotéticos lectores, adivinaron bien: ¡hay intermedio! ¡Sí! ¡INTERMEDIO! ¿Y qué hace la gente durante este lapso de antiquísimo uso? Pues o comenta la película, o se gritan de lado a lado de la sala para saludarse o salen a la tiendita de la recepción para comprar golosinas. No sé si sea la práctica en todos los cines de Italia o sólo en éste, pero aluciné recordando los cines en México, cuando todavía hacían programas de "permanencia voluntaria",

La sala del cine Astra, donde vi la pelîculaSi bien, por un lado, he detectado esta afición de la que hablaba hacia todo lo que venga de los Estados Unidos, por el otro los italianos no están dispuestos a ver una película si no es en su propia lengua (con todas las palabras en inglés que se han introducido en su vocabulario, cómo no) y se muestran muy orgullosos de algunos rasgos característicos (y que han sido muy caricaturizados) de su sociedad; Lo que vi ayer fue solo un ejemplo, pero pienso también en todo el cuidado que le ponen a su comida (hay que usar guantes en el supermercado para escoger las frutas y legumbres) o la inseparable Vespa de casi todo italiano con necesidad de movimiento por la ciudad,

En alguna ocasión platicaba con algún italiano sobre el doblaje en Italia. Él defendía esta práctica diciendo que uno va al cine a ver, no a leer las películas. Y sin embargo, insisto, les encanta meter palabras en inglés en todas sus conversaciones, generando una especia de italianglish. Me pregunto si estarían dispuestos a escuchar las canciones de los artistas gringos o ingleses de moda dobladas al italiano, igual que en el cine escuchan a los actores hablar en italiano.

viernes, 31 de octubre de 2008

La derrota más sublime y la victoria más amarga es la misma: hablar

 

Une femme à Berlin, Journal (20 avril-22 juin 1945), coll. « Témoins », Gallimard, 2006. Hans Magnus Enzenberger (prés.), Françoise Wuilmart (trad.).

Une femme à BerlinMarta Hillers publicó de manera anónima un diario. Lo escribió en medio de una ciudad completamente destruida, a la que había llegado para trabajar: Tras sufrir múltiples violaciones, de perder a varias de sus amistades y de su familia; después de ver el extremo de la crueldad y los límites que puede alcanzar la descomposición de las relaciones sociales, fue capaz de descubrir la humanidad en sus agresores, de entablar un diálogo racional con aquellos que por definición debería odiar y que la odiaban. Ella representaba para ellos y viceversa la incapacidad justificada de la reconciliación.

Ella era berlinesa. Para ellos, ella era alemana, y por lo tanto, nazi. Era mujer y por lo tanto, prostituta. Era el producto de una régimen que había lanzado un poderoso ejército en su contra y que había cometido los mismos excesos en Rusia, Había que vengarse. Estaban disculpados. Eran los vencedores. Lo merecían.

Ellos eran soldados soviéticos. Para ella, primero fueran figuras anónimas, en uniformes militares, que se acercaban a su casa precedidos por la destrucción de los obuses de su artilleria. Figuras que se materializaron en noches horrorosas de violaciones continuas y multitudinarias. Pero ella tenía la fortuna o desfortuna, como ella misma llega a dudarlo, de hablar su lengua.

Y es que ese hecho permitió a Marta Hillers descubrir el aspecto humano de sus violadores, Ella, a diferencia de la gran mayoría de sus compatriotas, tuvo ante sí una realidad complicada. Entender al enemigo es, al mismo tiempo, la derrota más sublime, la victoria más amarga.

Hace poco me enteré que este diario, de una gran calidad literaria (y cuya traducción francesa es un ejemplo de lo que sí se debe hacer en un trabajo de ese tipo), fue adaptada al cine. El video es el corto de la película que fue estrenada en Alemania en octubre de este año bajo el título Anonyma. Eine Frau in Berlin,

miércoles, 29 de octubre de 2008

La belleza a panfletazos

Victor Hugo, Pamphlets pour la sauvegarde du patrimoine. Guerre aux démoliseurs !, Montpellier, L'Archange Minotaure, 58 pp.

Pamphlets pour le patrimoineLa razón por la que me encuentro en Europa es mi tesis doctoral. Me encuentro en un período de mi vida ciertamente muy bello pero también muy difícil, pues escribir una tesis, y además en una lengua tan exigente como el francés supone un esfuerzo muy grande. A ello hay que agregar que mi tema de investigación es "escurridizo", por llamarlo de alguna manera, puesto que tengo de servirme de definiciones bastante oscuras y que a veces parecen vagas.

Esta quejumbrosa introducción se debe a que voy a escribir sobre un libro que leí a raíz de mi investigación y que fue toda una sorpresa para mí, sobre todo por el autor: Vícotr Hugo. En realidad se trata de dos panfletos publicados en 1825 y 1831. A grandes rasgos, Hugo denuncia la destrucción de monumentos y edificios históricos (sobre todo iglesias) a todo lo largo y ancho del territorio francés. No es la primera vez que se hablaba del tema, ya viejo en ese momentom ni tampoco la primera vez que un escritor de esa talla lo había hecho. Destrucciones en masa habían tenido lugar durante la Revolución francesa, pero tampoco éstas fueron las primeras.

Creativo como era, Verne hace una distinción interesante en la propiedad privada. Quizás sintiendo la imposibilidad de parar los abusos afirma: Quels que soient les droits de la propriété, la destruction d'un édifice historique et monumental ne doit pas être permise à ces ignobles spéculateurs que leur intérêt aveugle sur leur honneur ... Il y a deux choses dans un édifice; son usage et sa beauté ; son usage appartient au propriétaire, sa beauté à tout le monde ...

Algo así como: Cualesquiera que sean los derechos de propiedad, la destrucción de un edificio histórico y monumental no debe ser permitida a esos innobles especuladores cuyo interés les ciega sobre su honor ... Hay dos cosas en un edificio: su uso y su belleza; su uso pertenece al propietario, su belleza a todo el mundo.

Ese es el punto que me interesa y me sorprende. Una especie de propuesta de derecho a la belleza, que se encuentre en el campo del derecho público, por lo menos. Esa es la idea al fondo del patrimonio cultural. Lo difícil está en formular el camino por el que se podría llegar a esa conclusión...

viernes, 24 de octubre de 2008

Previsiones a la Verne

Jules Verne, Une Ville idéale. Amiens en l'an 2000, Amiens, Éditions CDJV, Maison de Jules Verne, 1999, 64 pp.; Paris au XXe siècle, Paris, Hachette, 186 pp.

Al norte de Francia, en la región de Picardía, se encuentra la ciudad de Amiens, No es uno de los destinos turísticos más conocidos de Francia. Es una ciudad de talla modesta, clara heredera de una tradición obrera y marcada por los bombardeos de las dos guerras mundiales que casi logran hacerla desaparecerla del mapa.

Es ahí donde tuve, en septiembre pasado, mi primer encuentro con Julio Verne después de más diez años de silencio. Verne murió en Amiens y ahí está enterrado. ¿Por qué escogió Amiens? Eso se lo dejo a los especialistas en literatura francesa pero yo me he formulado una posible respuesta, seguramente errada, pues no soy, ni de lejos, un conocedor de la vida y obra de Verne.

Une ville idéaleTras haber conocido esta ciudad -ya tendré oportunidad de escribir algo sobre ella, sólo espérenme a que revele algunas fotos-, no pude dejar pasar la oportunidad de llevarme en las maletas las dos obras reseñadas al principio, además del clásico Viaje al mundo en 80 dias. Los elegí porque me parecieron formar parte de la obra poco conocida del autor en cuestión.

Empezaré por Une ville idéale. Amiens en l'an 2000. Es una de las últimas obras publicadas en vida de Ju io Verne. En realidad se trata de un discurso pronunciado el 12 de diciembre de 1875 para la inauguración de los cursos de la Academia de Amiens. Relata un sueño: de golpe, Verne se encuentra transportado en el tiempo, en el lejano año 2000 en la ciudad de Amiens. Lo que ve, lo deja atónito: conciertos ejecutados a miles de kilómetros de distancia y presenciados en varias ciudades al mismo tiempo, máquinas que en un cerrar de ojos convierten una vaca en todos los productos bovinos que se puedan imaginar, conejos en bolsas de seda, medios de transporte impulsados por imanes... El discurso es en realidad una crítica a la política de obras públicas de la época, pues una fuente de sus sorpresas en su sueño consiste en ver terminadas todas las obras públicas que permanecen aún sin terminar en la ciudad. Amiens es, para Verne, el prototipo de La ciudad que podría ser en el futuro

Verne había escrito, durante su juventud, una novelita titulada Paris au XXe siècle. Su editor Pierre-Jules Hetzel rehusa publicarla pues le parece una novela muy rebuscada, con demasiados neologismos, y un tema "muy poco alegre". En efecto, el argumento es muy triste y el estilo es bastante más árido que en las otras novelas, pero no deja de ser interesante, muy interesante, diría. En un primer capítulo nos presenta una siutación extraña, sobre todo viniendo de un hombre de letras coParis au XXe sièclemo él: durante una ceremonia situada el 13 de agosto de 1960, la Sociedad General de Crédito Educativo (Société Générale du Crédit instructionnel), entidad formada por los más grandes genios bancarios y encargada de dirigir la política educativa de Francia, entrega los premios a los estudiantes más destacados del año que termina. Todos los premios tienen que ver con ciencias exactas o contables y cuando el único premio dedicado a las bellas artes, letras y filosofía es entregado, el sentimiento general de los asistentes es de vergüenza por ese pobre muchacho cuyos estudios no sirven para nada.

El resto de la historia, nos cuenta los sufrimientos de Michel Dufrénoy, el joven que recibió tal premio, incomprendido por su familia adoptiva, su encuentro con otros artistas "parias" de la sociedad, su visita a la biblioteca abandonada donde trabaja su tío, antiguo alumno de piano de su padre, su enamoramiento y finalmente su tragedia.

Si bien no es una denuncia como en Une Ville idéale, las increíbles descripciones de los avances tecnológicos (sobre todos me sorprenden la descripción del metro y de la música, que retomará en su discurso de Amiens) contrastan con la desesperación de los artistas y la sumisión a la ciencia de la que ha sido objeto el arte. Los músicos componen incomprensibles partituras con títulos como La Tiloriana, gran fantasía sobre la Licuefacción del ácido carbónico, y los poetas se inspiran para dar al mundo las Odas descarbonatadas...

O sea que algo de denuncia sí hay, y un poco de previsión, también.