martes, 2 de septiembre de 2008

Miniaturas japonesas

Alessandro Baricco, Soie, Françoise Brun (trad.), Paris, Gallimard, 1997, 142 pp. En Japón el arte de la miniatura es muy apreciado y está muy desarrollado. Se hacen miniaturas con todo: pinturas, poemas, árboles, jardines... Las miniaturas son posibles prácticamente en todas las facetas de la creatividad japonesa. En 1996, el escritor italiano Alessandro Baricco nos regaló una historia miniatura, que fue rápidamente traducida a más de 15 idiomas. Como si fuera un maestro japonés del minimalismo oriental, nos hace recorrer en pequeñas imágenes una historia de amor imposible. Hervé Joncour parte a Japón en cuatro ocasiones para comprar huevos sanos de gusanos de seda. Viajes de sueño, que duran meses y meses, a través de toda Europa, toda Asia (...pasó la frontera cerca de Metz, atravesó Wurtemberg y la Baviera, penetró en Austria, llegó en tren a Viena, luego a Budapest y siguió hasta Kiev. Recorrió a caballo dos mil kilómetros de estepa rusa, franqueó los montes Urales, entró en Siberia, viajó durante cuarenta dias antes de llegar al lago Baikal, que la gente del lugar llama: mar. Siguió la corriente del río Amur, bordeando la frontera china hasta el Océano, y cuando llegó al Océano, permaneció once días en el puerto de Sabirk esperando que un barco de contrabandistas holandés lo llevara a Cabo Teraya, en la costa oeste del Japón...), para finalmente conseguir el sustento de toda una ciudad, Lavilledieu. Su esposa, profundamente enamorada, lo espera pacientemente cada vez que parte, sin la certeza de volver a verlo. Durante uno de sus viajes, Hervé Joncour conoce a una hermosísima mujer, compañera de su anfitrión japonés, Hara Kei. El momento en el que Joncour se enamora de ella es mínimo pero devastador:
En la habitación, todo estaba tan silencioso e inmóvil
que lo que sucedió en seguida pareció un acontecimiento inmenso,
y sin embargo no fue nada.
De repente,
sin alterar nada alrededor
la joven mujer
abrió los ojos.

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